El encuadre consiste básicamente en determinar los límites de la propia foto, pero una vez realizada esa tarea queda por decidir como queremos que aparezcan los elementos que hemos escogido, y eso es la composición. Así un mismo motivo nos podrá causar diferentes impresiones con tan solo realizar cambios en el punto de vista (elevado, centrado o a ras de suelo). Se trata en definitiva de tener el control total sobre lo que debe, y no debe, y como debe aparecer.
Regla de los tercios:
Posiblemente la norma más extendida es la regla de los tercios como búsqueda de un encuadre perfecto. Como su nombre indica, consiste en dividir el formato de la fotografía en tercios, dibujando dos líneas verticales y dos horizontales imaginarias, tal y como se indica en la figura siguiente.
Los bordes:
Los límites de la fotografía son los bordes de ésta, y en función de esos bordes podremos percibir espacio (foto 1) -bordes libres- o opresión (foto 2) -bordes enmarcados-, al igual que podemos enmarcar un motivo para añadirle fuerza o protagonismo (foto 3).
La perspectiva:
Es la encargada de dar a los objetos que estén representados profundidad. En definitiva, la perspectiva es lo que dará sensación tridimensional a nuestras fotografías, ya que éstas son el resultado de la combinación de tonalidades distribuidas únicamente en dos dimensiones, así que la sensación de tres dimensiones -alto, ancho y profundidad- es una ilusión óptica. Cuanto más plana sea la foto -falta de profundidad- menos capacidad tendrá de transmitir sensación de realidad.
Es un elemento que podemos utilizar para modificar la sensación e interpretación de un mismo motivo -aunque forme parte de la perspectiva-. Básicamente podemos dividir los puntos de vista en: normal -fotos realizadas a la altura de los ojos del fotógrafo-, elevado (picado) -foto hecha a mayor altura que el motivo- y bajo (contrapicado) -foto a menor altura que el motivo, un claro ejemplo sería a ras de suelo-.
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